viernes, 31 de mayo de 2013

BBF#36: "Sombras vivas. Reckless II", de Cornelia Funke

  
   Llevo toda la semana leyendo a Cornelia Funke, así que este viernes no podía más que sorprenderme con uno de sus libros en sus manos. Después de leer el primer volumen de la trilogía Reckless a comienzo de semana, hoy estoy leyendo el segundo, Sombras vivas. Empieza así:  

 BBF#36

 Aún no había regresado.

No me quedaré mucho tiempo. Zorro se secó la lluvia del rostro. Aquello podría significar muchas cosas en Jacob. A veces se quedaba semanas. A veces, meses. (“Sombras vivas, Cornelia Funke)
   La acción transcurre en el Mundo del Espejo, un mundo habitado por seres mágicos en el que los cuentos de hadas no sirven de consuelo, como en nuestro mundo, porque la historia ha sido trastocada. La novela está llena de acción y de descripciones que te sumergen en ese mundo tan distinto y tan parecido al de los humanos. Ya te contaré qué ocurre en esta segunda entrega.
   Por cierto que aprovecho para recordar que Siruela ha organizado un encuentro con la autora esta tarde, en la Casa del Lector, en Madrid. Está previsto que se proyecte la película de su trilogía Corazón de tinta a las 18 horas para, después, a partir de las 19:30 horas, comenzar una charla-coloquio con Cornelia Funke. Y, por supuesto, firma de ejemplares. El acto es gratuito pero es imprescindible confirmar asistencia en comunicacion@siruela.com.
  Tienes toda la información en la web de Siruela (http://www.siruela.com/)
     Nos seguimos leyendo.

jueves, 30 de mayo de 2013

"Efectos secundarios", de Almudena Solana: radiografía social a través de los medicamentos más vendidos


 

Ficha técnica:


Título: Efectos Secundarios   Autora: Almudena Solana
Editorial: Planeta            Género: novela       Páginas: 280
Publicación:  21/05/2013    ISBN: 978-84-08-11222-8

Sinopsis (editorial):


  Los diez medicamentos más vendidos se convierten en personajes reales; diez vidas que avanzan individualmente mientras se van entrelazando, poco a poco, hacia un final común. Adiro, Orfidal, Nolotil, Voltarén, Sintrom, Augmentine o Lexatín, entre otros, cobran vida en esta novela inteligente llena de ironía y de suspense. El amor, las relaciones, el sexo, los sueños no cumplidos, el olvido o la vejez son las otras circunstancias que conviven con el interior de los prospectos.
   Estos prospectos han inspirado la nueva novela de Almudena Solana, quien, con su fresco y personal estilo narrativo, cuida al máximo cada frase sin dejar ninguna palabra al azar. Una auténtica radiografía de la vida actual a través de los medicamentos más consumidos.
 Hay libros que te sorprenden, por unos motivos u otros, y este lo hace, en varios sentidos. En primer lugar, por algo obvio en cuanto lees la sinopsis facilitada por la editorial: los protagonistas tienen el nombre de los medicamentos más vendidos: Orfidal, Nolotil, Lexatin... y hasta diez. Y sin embargo, no podría decir que se trata de una novela coral porque aunque oímos sus voces y pensamientos (a veces hasta te hace duda de que sea posible que el narrador sepa determinadas cosas), la voz cantante la lleva Germán (Sintrom), un policía nacional cuyo vicio es la observación de todo lo que le rodea. Ayudado por su amigo el farmacéutico, reconstruye las historias de los nueve personajes restantes, en un juego de uniones y desuniones. En realidad, aunque Germán narra en primera persona y habla sobre la vida de los demás, el lector percibe la obra como si fuera una amalgama de vidas superpuestas, entretejidas. La sensación que he tenido yo mientras leía el libro es como la de ver el mapa del metro: hay muchas líneas de tren, cada una representada por un color (en este caso, un medicamento) y, en determinados momentos, en ciertas estaciones, las líneas se cruzan, combinando colores y, aquí, medicamentos. Por eso, aunque cada capítulo esté dedicado a un personaje (excepto el primero y el último, de los que luego hablaré), uno o varios del resto del elenco se van cruzando en su vida, de tal manera que se va tejiendo una red, como la del metro, gracias a la que, al final, todos están interconectados. La fragmentación, por un lado (esas vidas aisladas, contadas de forma más o menos individual) se opone a la relación que establecen todos con todos, mostrando una reflexión al lector sobre la individualidad y la colectividad y sobre la delgada línea que (aunque no lo parezca) separa a una de la otra: todos somos personas, seres individuales, pero estamos conectados con otras personas, también individualizadas. A veces, incluso, sin que lo sepamos.
   La autora radiografía, así, la forma en la que nos relacionamos hoy en día, del mismo modo en el que retrata nuestra manera de ser y de afrontar la enfermedad y el dolor a través de los medicamentos más vendidos, los medicamentos a los que hace referencia. Nunca se me había ocurrido, pero puede ser una forma quizá bastante fiable de caracterizarnos en la sociedad actual, una forma eficaz de caracterizar a los personajes de una novela. Ya lo decía Lucía Etxebarria en La Eva futura: drogas legales e ilegales nos sirven hoy en día como ayuda para encontrar la felicidad perdida. Ya sean enfermedades del cuerpo o patologías de la mente, los medicamentos nos ayudan a sentirnos mejor: si no curan, realmente, al menos sí sirven, en ocasiones, como placebo para hacernos sentir más saludables, más jóvenes, más frescos. Es lo que le ocurre al Voltarén de la novela, que utiliza esta crema como barrera contra la vejez, contra las manchas, contra la rigidez. Los personajes de este libro hacen honor a sus nombres, asimilan las indicaciones de los prospectos como norma de vida y rutina de sus días, los síntomas como parte de su carácter y los medicamentos como tabla de salvación a la que agarrarse cuando vienen mal dadas. Tan bien asimilados están que, de entre todos los personajes, con el que más identificada me he sentido es, precisamente, con el que utiliza el único medicamento de la lista que yo uso a diario: Viscofresh. Y no he sentido una conexión especial con ella solo la sequedad ocular (en mi caso derivada de una dolorosísima queratitis que me provocaron las lentillas va a hacer ahora tres años) sino también por sus problemas físicos, su manera de esconderse y el cambio que opera en ella hablar por un micrófono. Impostura pura. Pero eficaz. También se de lo que habla Ventolín, claro. Sus ataques de asma son mis ataques de asma. Pero yo soy más de Terbasmin. Será por eso que he comprendido lo que cuenta pero no me he identificado con ella como con Visco.
   También resulta chocante el primer capítulo en sí y el primer capítulo con respecto a los demás. En "Principios activos", Germán se presenta y nos invita a acompañarle a través del viaje que va a realizar al corazón del resto de los personajes. Lo que ocurre es que el tono, el ritmo y los sucesos que tienen lugar en ese primer capítulo no tienen nada que ver con el resto: este casi prólogo están lleno de acción, de humor, de rapidez y hasta, diría, de lucidez. Da una idea del libro que luego no se cumple en el resto: sosegado, introspectivo, con más reflexión que acción, aunque también ocurran cosas.
   Y digo que el primer capítulo también sorprende en sí mismo porque, sinceramente, yo nunca había leído ninguna novela ambientada en una farmacia (actual) ni en la que se hablase de la figura del farmacéutico como se habla en esta: es casi casi un confesor, el depositario de nuestros males y procurador de los remedios con los que podemos hacerles frente. En la novela, la farmacia se asimila a una cocina, incluso a una carnicería. Y es que mira que es uno de los lugares frecuentados con bastante asiduidad en nuestras vidas y, sin embargo, qué poco literario, qué prosaico, qué práctico... parece. Hasta me ha dado pena que la autora no haya seguido por ese camino que me estaba tanto en lo que pensar y que me estaba haciendo valorar a mis farmacéuticas, esas a las que le cuento mis cuitas, les pido consejo, les confieso padecimientos que no conocen ni mis seres más cercanos. Esas que cargan sobre sus hombros el peso de las desgracias de todo el barrio y que, a pesar de ello, siempre te reciben con una sonrisa, una palabra de ánimo y, en el caso de Lucía, hasta con una piruleta. ¿Qué tendrán los farmacéuticos para que nos sintamos tan vinculados, o encariñados, o agradecidos hacia ellos? Fíjate si será así que la farmacéutica de la Rúa de Salamanca tiene grupo de fans en Facebook y todo (y aquí está el enlace que lo demuestra).
   Esta novela fragmentaria, de estilo ágil y en ocasiones poético, se completa con fragmentos cercanos a la escritura visual, en los que la autora rompe las oraciones en diferentes líneas e, incluso, en un ocasión, hace avanzar o retroceder una o varias palabras para simular, gráficamente, el avance del tren. Y, junto a esta escritura interrumpida, cabe destacar lo añadidos gráficos como la foto y la firma del señor Alzheimer (o sea, el médico alemán que descubrió la enfermedad, no ningún personaje de la novela) y el efecto lupa sobre el prospecto de cada medicamento citado que aparece al comienzo de cada capítulo.
   Finalmente, me ha gustado y me ha hecho gracia el aspecto metaliterario de esta novela. Me ha gustado porque, al igual que hace con los medicamentos, también intenta radiografiar a algunos de los personajes atendiendo a sus lecturas frecuentes. Y me ha resultado gracioso por el guiño a su propia trayectoria que la autora incluye en la novela, haciendo que uno de esos personajes esté leyendo uno de sus libros anteriores: La importancia de los peces fluorescentes.  
   En definitiva, me ha encantado ese canto a la cotidianidad, esa poesía que busca el significado de las manchas, las bolsas de plástico, la enfermedad, la vejez, la memoria, la salud, los dolores, las pastillas, las cajas de los medicamentos, el tráfico, el inhalador, los bolsillos de nuestras chaquetas... Un significado que a veces, de tan cercano y habitual, se nos escapa. He disfrutado con ese retrato de una sociedad que indaga, a su vez, en la poética de los prospectos, la efectividad del principio activo o la resignación ante los efectos secundarios. Y, sin embargo, me falta algo. Algo echo de menos en esta novela. Quizá sea algo más de profundidad. Al final, la sensación con la que he cerrado el libro ha sido la de que me han presentado a una serie de personas pero a las que no he acabado de conocer. Quizá están tratados con demasiada ligereza, con poca profundidad, quizá no pasamos el tiempo necesario para conocerlos con ellos. O quizá sea, simplemente, una radiografía más de nuestra propia vida cotidiana, de esa sociedad que vincula a sus miembros con hilos invisibles y bajo la premisa de la superficialidad, del trato amable pero poco profundo. Del trato que te lleva a preocuparte por alguien que se marea delante de ti en la cola para embarcar a un avión, que te impulsa, quizá, incluso a ayudarla pero que te hace olvidarte de ella poco después.  
   Nos seguimos leyendo.      

Agradezco a Planeta que me ha facilitado este ejemplar.

   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •   Desafío100 libros: 51/100
  • Reto Sumando: 19/2013       

miércoles, 29 de mayo de 2013

"Las dos vidas de Lucía", de Astrid Gallardo: cómo sobrevivir a tu propia vida cuando tu mundo rompe en pedazos

 

Ficha técnica:


Título: Las dos vidas de Lucía   Autora: Astrid Gallardo
Editorial: Tombooktu      Género: novela       Páginas: 208
Publicación: Marzo 2013    ISBN: 978-84-15747-28-4

Sinopsis (editorial):


  Cuando todo parece hundirse, tienes una segunda oportunidad que te demuestra que se puede volver a ser feliz a partir de los cuarenta.
   La vida de Lucía está a punto de dar un giro de 180 grados. Una gran abogada que ha renunciado a su carrera y a un gran amor por su familia.
   La pasión y el deseo han desaparecido de su matrimonio pero ella se dice a sí misma que eso es normal, que le pasa a todas las mujeres de su edad. Lo que ella no sabe es que el destino y su gran voluntad le tienen reservadas grandes sorpresas.
 Dice la sinopsis que se puede volver a ser feliz a partir de los cuarenta. Yo creo que tenemos el deber de ser felices, tengamos la edad que tengamos, a pesar de nuestra tendencia al autoengaño o de nuestra falta de arrojo en determinados momentos y ante determinadas situaciones. Justo lo que le ocurre a la protagonista de esta novela: se autoengaña en su primera vida y le falta el valor o la determinación o el coraje o la dosis de locura necesaria para dar el paso que está deseando dar en la segunda vida. Lo curioso es que la falta de arrojo sí está claramente documentado en la novela: la narración, en primera persona, sí recoge esas dudas, esa... quizá habría que llamarla comodidad o, no sé, convención tradicional que hace que sea el hombre el que tiene que buscar/llamar/dar el primer paso. Se recoge explícitamente en algunos de los pensamientos que la protagonista pone por escrito y también en algunas de las conversaciones que transcribe. Sin embargo, la parte del autoengaño es algo que he percibido como lectora, no sé si consciente o inconscientemente, pero que no está claramente reflejada en el texto. Lucía es feliz y así lo proclama a los cuatro vientos. No sé si por convención literaria o por pequeños comentarios o gestos, el lector percibe, en el fondo, que lo que ocurre es que cree que es feliz, no que lo sea. Justo lo que se hace evidente para ella cuando todo estalla y su mundo perfecto salta en pedazos.
   Las dos vidas de Lucía es una historia de dobles vidas (simultáneas o consecutivas, dependiendo del personaje del que hablemos), de mentiras y lealtades, de sacrificios que una cree que debe hacer, de justicia y de segundas oportunidades. Dentro de una cierta previsibilidad (hemos leído muchos libros y visto muchas pelis en los que ocurren estas cosas y, además, la autora va dejado pequeñas pistas que seguir, como el caminito de migas de pan de Pulgarcito), la historia engancha y creo que cualquiera que comparta algún punto en común con Lucía (tener una familia, unos hijos a los que adoras, trabajar o dejar de trabajar porque crees que es lo mejor para los que te rodean...) se sentirá identificado con ella. Yo he pensado muchos de los pensamientos de la protagonista, me he hecho las mismas preguntas y he obtenido las mismas respuestas. Aunque, así, en frío, no comparto su forma de actuar cuando comienza su segunda vida. Pero, claro, desde fuera es muy fácil juzgar y estoy convencida de que ni uno mismo sabe cómo va a reaccionar ante determinados obstáculos (o zancadillas). Creo que la capacidad de identificación de la protagonista con el lector es una de las grandes bazas de esta novela, pero eso no quiere decir que sea una obra para mujeres. Creo que los hombres también pueden reflexionar sobre lo que cuenta y sacar algún provecho para su vida.
   Y, por supuesto, estoy convencida de que unas y otras podrán aprender algo del que, para mí, es el mejor personaje de la obra: Paula. Me ha gustado mucho que Astrid Gallardo haya incluido (aunque sea mínimamente, no me hubiera importado que ocupara más espacio en la obra) una enfermedad como la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) y hable de sus consecuencias, más allá de las que sufren los pacientes, primeros afectados, claro está, pero no los únicos. Cualquier enfermedad cambia a una familia y eso queda claramente demostrado en la obra. Enfermedades como esta son conocidas socialmente pero quizá no demasiado, así que cualquier guiño que se haga respecto a ellas es bien recibido. Y el personaje de Paula es, simplemente, genial. Un ejemplo a seguir. Deberíamos grabar con fuego en nuestra cabeza todo lo que dice porque es una pequeña sabia y su forma de ver la vida debería invadirnos a todos.
    Solo por poner una pega a la novela, diré que me hubiera gustado un poquito más de profundidad en los personajes. Sé que hubiera supuesto aumentar el número de páginas, pero también vendría bien para entender sus razones, que en algunos casos no quedan muy bien explicadas o lo hacen por la mera oposición maniquea entre personajes buenos o malos o desde el punto de vista moral.
    En definitiva, una novela fácil de leer, con la que muchos nos podemos sentir total o parcialmente identificados, escrita con un estilo ágil y sin complicaciones, que expone temas de interés (la desigualdad laboral y social de las mujeres, el acoso, la familia, la maternidad, la enfermedad...) y que puede ayudarnos a tomar las riendas de nuestra propia vida con otros aires. Con otros bríos.        
   Nos seguimos leyendo.      

  Agradezco a la autora que se pusiera en contacto conmigo para hablarme de su libro y a la editorial que me facilitase su lectura. 
   Si quieres estar al día de la autora y su novela, puedes hacerlo a través de su web, de Facebook y de Twitter: @AstridGallardo1.
    Y aprovecho para contarte que Astrid Gallardo estará firmando libros en la Feria del Libro de Madrid esta misma semana: el 1 de junio de 10 a 14 horas y el día 15, de 18 a 20 horas. Más información, aquí.

   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •   Desafío100 libros: 52/100
  • Reto Sumando: 20/2013       

martes, 28 de mayo de 2013

"Viajes por el Scriptorium", de Paul Auster: un juego de muñecas rusas metaliterario


Ficha técnica:


Título: Viajes por el Scriptorium           Autor: Paul Auster 
Editorial: Círculo de Lectores                                           Género: novela, metaliteratura                 Páginas: 180
Publicación:  2007    ISBN: 978-84-672-2348-4

Sinopsis (editorial):


  Un hombre despierta en una habitación vacía. No recuerda nada, no sabe si está prisionero... Sólo tiene la vaga memoria de que ha hecho algo malo. Auster regresa a su mejor narrativa con esta historia llena de misterio donde, una vez más, ficción y realidad se funden y se confunden.
  Tenía ganas de estrenarme con Paul Auster y, aunque probablemente no lo he hecho con la obra más adecuada, he de decir que me ha gustado la experiencia. Tenía el libro por casa desde hace años, por eso mismo: lo compré porque tenía ganas de leer al autor pero luego el argumento de esta obra en concreto me ha echado para atrás y una otra vez. Hasta que Cazando estrellas me dio el empujón definitivo con su reto. Y aquí estoy, intentando hablar sobre uno de los libros más extraños que he leído en mi vida.
   Si lees el blog con frecuencia, ya sabrás que me encanta la metaliteratura. Y este libro es una obra metaliteraria de marca mayor. Es más, es como un juego de muñecas rusas de metaliteratura: hay un relato dentro del relato principal (una historia incompleta que Míster Blank, el protagonista de la novela, lee, interpreta e intenta completar) y, hacia al final, hay un nuevo giro metaliterario que habla de la propia novela que está leyendo el lector. Es una caja de sorpresas, un juego de espejos cuyo resultado final es bastante interpretable. O al menos, a mí me lo parece. Incluso, hay expresiones autorreferenciales del tipo "porque, según hemos visto en el primer párrafo, está como ausente", en las que la novela se cita a sí misma.
  El narrador cuenta la historia de Míster Blank desde la omnisciencia. Al principio es más testigo que omnisciente, pero en muchas ocasiones (y cuanto más se avance la trama, con mayor frecuencia) habla de lo que piensa o siente Míster Blank, o sea que se va haciendo más omnisciente. Al comienzo del libro, la narración aséptica del observador de Míster Blank deja un poco descolocado al lector: el narrador habla en presente, describe cada uno de los actos y movimientos del personaje al que observa y recoge las inquietudes del observado: quién es, dónde se encuentro, qué ha ocurrido... Míster Blank no recuerda nada (al menos, nada de su pasado reciente; en muchas ocasiones el pasado lejano le visita y Míster Blank desaparece del presente para regresar a ese pasado, a su niñez, a sus recuerdos más lejanos. De hecho hay una vinculación entre la vejez y la niñez, mostrada claramente en la alegría casi infantil de Míster Blank cuando hace alguna travesura o descubrimiento que él cree sorprendente -como deslizarse en una silla de ruedas de las de oficina-) y el narrador trata de transmitir ese desconcierto que siente un hombre desmemoriado.
   Al desconcierto de Míster Blank se une el desconcierto de un lector que no está acostumbrado a que se le presente el personaje principal de una novela sin que el narrador sepa quién es, qué hace, qué hizo; sin contar más que las acciones que realiza en cada momento, lo que le rodea, quién le visita, si se cae o se marea o lee o mira las fotos que tiene a mano. El narrador no adelanta nada de lo que sabe sobre Míster Blank, sino que va dejando que la narración y las acciones del anciano fluyan. Mantiene la objetividad que da la ignorancia, la falta de implicación con el personaje central.
  También fluye el propio texto, sin nada que lo interrumpa: no hay marcas de diálogo (aunque sí hay diálogos) ni diferencia entre la narración y el texto que Míster Blank lee (aunque dentro de ese relato anidado sí están marcados los diálogos, por ejemplo). 
  A lo largo de la narración van surgiendo una serie de temas recurrentes: el olvido y la memoria, la culpabilidad, los hechos pasados y sus consecuencias en el presente, las repercusiones que nuestras decisiones tienen en los demás... Míster Blank no recuerda lo que fue pero sí recuerda el sentimiento que lo que fue le produjo, paradójicamente. Quizá la enseñanza sea que el sentimiento que nos queda de algo que vivimos es más perdurable que el recuerdo del hecho en sí mismo.
  En una obra tan extraña y metaliteraria como esta, Auster juega constantemente con el horizonte de expectativas del lector, es decir, con lo que el lector espera de la obra, con lo que cree que está sucediendo, con esas apuestas que nos hacemos a nosotros mismos mientras vamos leyendo, tratando de adivinar que contará la siguiente página. De hecho, en un momento dado (muy avanzada la lectura, he de decirlo), tuve una intuición muy fuerte de lo que podría estar pasando y me pareció que podría ser una idea genial para una novela y que, si era eso, me iba a parece una obra francamente ingeniosa. Pero he reconocer que mi corazonada no era correcta y que el final te deja tan descolocada como el resto del relato. Puro juego, puro ingenio, pura treta literaria.
  Me ha gustado mucho el estilo del autor aunque, ya digo, no creo que sea una obra significativa en su trayectoria, aunque he leído en varias reseñas y comentarios que algunos de los temas que aquí trata sí que son constantes en su producción, lo cual me anima a seguir conociendo a Auster. Doy por cumplido el reto pero no descarto leer alguna novela suya más durante este año. A ver si fuera posible.     
  Nos seguimos leyendo.      




   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 12 meses 12 libros: 5/1
  •  Desafío100 libros: 53/100
  • Reto Sumando: 25/2013 
  • Reto Paul Auster 1/1                


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...